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Exportando cultura. Corridos tumbados; el dedo en la llaga de la realidad mexicana.

Cada cierto tiempo la industria del entretenimiento engendra un hijo pródigo. Un género, un rostro o una voz que captura la atención y se convierte en la obsesión momentánea. Una fruta que da jugo y se exprime hasta que ya no le queda más que dar. Esta forma de consumo de entretenimiento se ha repetido sin cesar a lo largo del tiempo. Figuras como Britney Spears con el pop dance de principios de los dosmiles son un gran ejemplo de este proceso de adopción y explotación. En un caso más reciente, atestiguamos como el reggaeton, un ritmo con raíces Centroamericanas, se revitalizó y apoderó de la escena musical durante los años de pandemia, con la figura pródiga de Bad Bunny.

Precisamente hoy nos encontramos en el umbral de una etapa musical a otra, donde los exponentes de la antigua son, como juguetes viejos, desechados, desplazados por aquellos símbolos de la nueva ola. La caída en la popularidad del conejo malo, ha sido exponencial al aumento del éxito de las nuevas figuras que están colonizando la escena musical; la nueva generación del regional mexicano.

La inevitable norteñización del mundo está aquí. Al igual que en su momento Centroamérica lo hizo con el reggaeton, hoy México está exportando cultura. El fenómeno de los corridos tumbados se globaliza y perpetúa con producciones que se posicionan en las listas de popularidad en tiempo record.

Estrategia

Las impresiones del fenómeno del corrido tumbado son polarizantes, pues despiertan tanta curiosidad como aversión. Lo que sorprende ha sido su capacidad de evolución, de nacer como cultura de nicho para convertirse en un fenómeno musical de alcance mundial. Este progreso no fue casualidad, sino el resultado de una astuta estrategia de marketing digital que catapultó a los músicos que adoptaron este estilo.

Además del marketing de redes sociales, una de las claves de este éxito radica en las colaboraciones entre los intérpretes, quienes han unido fuerzas para crear un impacto aún mayor. Atrayendo la participación de artistas de otros géneros como Shakira o Maluma, quienes, conscientes de la necesidad de mantenerse relevantes en una industria en constante evolución, se sumaron a esta tendencia, radicalmente distinta a la que les identifica.

Raíces de una cultura de pluma y plomo.

Los corridos tumbados tienen sus raíces en los narcocorridos, un subgénero de la música regional mexicana que surgió en la década de 1980. Los narcocorridos narran las historias de los narcotraficantes, glorificando sus acciones y su estilo de vida.

A finales de la década del 2010, los narcocorridos comenzaron a fusionarse con la música urbana, dando lugar a los corridos tumbados. Los corridos tumbados conservan la temática de los narcocorridos, pero incorporan elementos de la música urbana, como el trap y el rap.

Aunque no es un imperativo en los tumbados, ambos géneros tienen la particularidad de componer bajo pedido, letras que cuenten la historia de algún capo, sus vivencias, sus gustos, su importancia dentro de cierto grupo o su historia delictiva.

Violencia, armas, dinero, estupefacientes, pero también lealtad, poder, unidad, y orgullo son los conceptos que se repiten sin cesar en las composiciones que relatan un estilo de vida tumbado, así como la experiencia de vivir los márgenes de la sociedad, de crecer con carencias, de la pobreza, de la calle, de los claroscuros de la vida, de rifarse en condiciones difíciles, y de los horizontes que se alcanzan a través del poder y del dinero. En “El corrido del abuelo”  Natanael Cano, habla de un hombre que lucha contra el narcotráfico para proteger a su familia.

En una línea del tiempo del género, encontraríamos a Natanael como precursor. Nacido en Hermosillo en el 2001, saltó a la fama en 2019 cuando Bad Bunny reacionó a su canción “Soy el diablo” y posteriormente hicieran una exitosa colaboración.

Detrás de Nata encontramos a Rancho Humilde, la disquera que cobija también a artistas como Junior H, Ovi y La Nueva Era, y que es uno de los pilares de este fenómeno.

Era el año 2008, el panorama de la música promovía corridos sumamente violentos. Fue así que determinados a cambiar el rumbo de la música regional mexicana, se juntaron 3 amigos de Los Ángeles, CA con el solo propósito de promover y evolucionar la música campirana de guitarra. Buscando lograr el éxito y después de varios tropiezos fue así que Jimmy, Jb y Roque decidieron formar la disquera RANCHO HUMILDE.  

Tal y como la disquera de Compton California, describe en su biografía de Youtube, dió la pauta para una nueva etapa de la música regional mexicana urbana.

Además de las estrellas cobijadas por Rancho Humilde, encontramos a figuras como Fuerza Regida, Luis R Conríquez, y el destacado Peso Pluma.

Hassan Emilio Kabande Laija, conocido como Peso Pluma, ascendió en la escena musical de forma meteórica y espontánea, lo que abrió un debate perpetuo sobre la autenticidad de su fama; que si es lograda de manera genuina o si se trata de una puesta en escena proveniente de los presuntos millones de un apellido tan rimbombante como Kabande Laija. La pregunta es sencilla: ¿PP es un nepobaby o es el trabajo duro la clave de su éxito?

La estrategia de Peso es consistente con lo que mencionamos anteriormente; viralización en redes sociales y colaboraciones importantes. La entrevista con Jimmy Fallon en abril de 2023 marcó un hito en su trayectoria, consolidando su posición protagónica en la escena musical. Su enfoque en plataformas digitales y redes sociales, especialmente en TikTok y YouTube, ha demostrado ser un vehículo efectivo para llegar a audiencias globales.

Volviendo a los narcocorridos, resuena un eco del legado de Chalino Sánchez, cuyo éxito trascendió su fugaz vida. Las represalias relacionadas con las letras de sus canciones, que a menudo abordaban temas de la vida en el crimen organizado, trágicamente terminaron con su vida. A mitad de una presentación en Culiacán  recibió una nota de amenaza, y al finalizar fue asesinado a tiros. Tenía tan solo 31 años. 

Este terrible precedente pudo influir en la prudencia que el equipo de Peso demostró al cancelar su presentación en Tijuana el pasado 14 de octubre, tras recibir amenazas de muerte de un grupo delictivo antagónico, al que el artista no dedica sus canciones.

La censura también resulta un desafío para el género. En julio del presente año, fue aprobada la prohibición de conciertos de reggaetón o corridos tumbados en el Municipio de Chihuahua con el fin de prevenir la violencia de género. Un hecho que revela la capacidad del género para provocar respuestas sociales intensas, tan intensas como sus letras.

Tendencias y percepciones

Los defensores de los tumbados argumentan que son una forma de expresión artística que refleja la realidad de las comunidades marginadas. Sostienen que estas canciones son una forma de denunciar la violencia y la desigualdad social, y que pueden ayudar a comprender las causas de estos problemas.Quienes les critican, argumentan que el género glorifica e incita a la violencia y que contribuye a la normalización de la delincuencia.

Una de las razones clave detrás del ascenso de los corridos tumbados es su capacidad para conectar con la audiencia más joven. Los jóvenes de la gen Z han liderado esta revolución representando el 40% de los usuarios que escuchan el género, seguidos por los millennials con el 35% de los streams totales.

Las búsquedas de “corridos tumbados” alcanzaron su punto máximo en 2021, con un total de 1.2 mil millones de búsquedas. Sin embargo, desde entonces, estas búsquedas han ido disminuyendo gradualmente. En 2022, las búsquedas de “corridos tumbados” fueron de 1.1 mil millones, y en lo que va de 2023, han sido de 900 millones.

A nivel local, el consumo de corridos ha aumentado más de 500% en los últimos cinco años. El género ha cautivado a los oyentes de las grandes ciudades; tan solo en Monterrey, el consumo del género ha incrementado más de 360% entre 2022 y 2023, en la Ciudad de México casi 250% y en Guadalajara 180% en el mismo período.Trascendiendo fronteras, el consumo del género en Estados Unidos incrementó más de 700% en los últimos 5 años.

No es solo la música, sino también el estilo visual asociado con los corridos tumbados lo que ha contribuido a su éxito. Videos musicales con narrativas cinematográficas, combinados con una estética visual distintiva, han elevado la experiencia auditiva a un nivel completamente nuevo.

Entre la generación Z se ha extendido la tendencia de vestirse “bélicon” como una expresión identitaria. El “bélicon” se refiere a un estilo informal y cómodo, que suele incluir ropa de mezclilla, camisetas, sudaderas y accesorios como gorras de béisbol, gafas de sol y joyas.

Los corridos tumbados ilustran la realidad.

Los corridos tumbados representan una expresión genuina de la realidad social y cultural de México. A través de sus letras explícitas ofrecen una ventana a la cruda realidad que circunda a los jóvenes mexicanos y el sombrío panorama de violencias a las que se enfrentan.

La identidad barrial se convierte en la raíz de estas narrativas, un storytelling echao palante que no teme explorar los rincones oscuros de la sociedad. La imagen urbana se moldea a través de estos relatos, dando forma a un canon cultural que se nutre de la realidad que los jóvenes viven día a día. Este canon no solo se refleja en la música, sino también en los tipos de marcas que adoptan, en el estilo belicón que abrazan y en las aspiraciones que se tejen en su identidad urbana.

En el tejido de este fenómeno cultural, se entrelaza el lenguaje de los cárteles, que ya no inciden solamente en una subcultura. Lo que una vez fue confinado a fronteras específicas, ahora se ha extendido, exportando expresiones culturales y sociales más allá de las barreras geográficas. La aspiración a una clase alta ha evolucionado; ahora, la búsqueda de poder y control económico se encuentra en la delincuencia organizada, percibida casi como una empresa moral.

No obstante, esta expansión cultural no está exenta de dilemas éticos. Representan el tejido social corroído y ponen el dedo en la llaga, en la herida abierta que es México. Sin embargo, para muchos jóvenes, estas narrativas son más que una melodía; son la expresión de sus realidades, una vía para comprender y comunicar las complejidades de la vida que enfrentan. La dualidad persiste, y en el eco de los corridos tumbados resuena la batalla entre la crítica y la autenticidad cultural.

La música no solo es un medio de expresión, sino también un reflejo de las dinámicas sociales, las luchas de poder y las tensiones que definen la realidad contemporánea.

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